EL OLOR DE GRANADA



Cuenta una antigua leyenda que el sultán de la medina de Granada, Alkabul el Privilegiado, se enamoró de la hija de una pareja de esclavos, Al-Azhar. El sultán, prendado de la doncella, mató a sus padres y la llevó a vivir con él; con el propósito casarse con ella el día que cumpliera trece años.  
Semanas antes de la boda, Xurán, el nazarí, un joven calígrafo y arquitecto de Granada, recibió de Alkabul el encargo de decorar la cámara nupcial. Cuando se encontró con la princesa, descubrió en sus grandes ojos negros el misterio del amor. Quedo prendado de ella y una tarde poco después,  Xurán le declaró su amor.  
Xurán también le contó a Al-Azhar que una vez hubiera acabado el encargo del sultán, sus ojos serían cegados para que no volviera a crear una obra similar. Esa misma noche se volvieron a encontrar y los amantes expresaron sus deseos entre las palmeras de la medina. Justo eran los días en los que los naranjos amargos estaban en flor. La Alhambra se iba llenando de un extraño perfume que iba adquiriendo la flor del naranjo. Era el perfume del amor hecho carne. Sería su última noche. Al amanecer se despidieron entre lágrimas.  
Ciego de ira y loco de dolor, el sultán Alkabul mató a la bella Al-Azhar y después de quemar su fino cuerpo dispersó sus cenizas entre los naranjos y rosales del palacio. A pesar del olor de las cenizas y de la fragancia de los rosales no consiguió aplacar el aroma que los amantes habían dejado la noche cuando sus cuerpos se unieron, ni el rastro que en el aire permanecía de la fragancia amorosa creada con la mezcla de sus cuerpos.  
Alkabul, guiado por el perfume que Al-Azhar había impregnado en Xurán, le persiguió y persiguió hasta acorralarlo en el promontorio del Veleta, donde Xurán, y bajo la sombra de un naranjo borde se quitó la vida.  
Desde entonces, acaba la leyenda, cuando la brisa sopla sobre los jardines de la Alhambra, un aroma penetrante e inolvidable a se extiende por Granada. 

Ahora, ese olor a azahar propio de Granada se ha visto cambiado por un intenso olor a Marihuana y Chocolate que permanentemente impregna las calles de esta excelente ciudad. 

Una pena que el aroma de la historia de Al-Azhar y  Xurán quede oculto bajo este otro olor mucho menos agradable.

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